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El impacto global de los biodigestores: Hagamos las cuentas

Sistemabio, Graham Day

Graham Day

CFO

Con una inversión en infraestructura de 80,000 millones de dólares, podemos crear 600,000 millones de dólares de riqueza socioeconómica al año, al tiempo que regeneramos suelos, mejoramos la seguridad alimentaria mundial y reducimos drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Y podemos demostrarlo. 

Como director financiero de Sistema.bio, paso mucho de mi tiempo “haciendo las cuentas”. Comprobando las tendencias de gasto de los consumidores, revisando los pagos de nuestros clientes, analizando la rentabilidad de las unidades, y más cosas que quizás no quieras leer en un blog. Pero nada de eso importa si el panorama general no tiene sentido. Con tantos desafíos en nuestro planeta, y con el poco tiempo que tenemos para enfrentarlos, no tiene sentido desplegar soluciones que no tengan sentido a gran escala. Entonces, vayamos al grano:

¿Qué pasaría si cada granja con ganado en los países en vías de desarrollo tuviera un biodigestor?
En resumen, tendríamos una gigantesca y descentralizada fuente de energía renovable (biogás) y fertilizante orgánico. Imaginen esto: 200 millones de granjas produciendo colectivamente el equivalente a lo que 160 centrales de combustibles fósiles producen en energía eléctrica. Además de esto, las granjas estarían produciendo 57,000 millones de litros de fertilizante orgánico al día, suficiente para regenerar sus suelos y aumentar la productividad de sus cosechas hasta en un 30%. Tomando en cuenta el combustible y los fertilizantes químicos desplazados, así como la descomposición del estiércol, esto mitigaría 1,300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI) al año, aproximadamente el 20% del total emitido por la agricultura.*

Con el tiempo, esto representaría una transición titánica de riqueza de compañías energéticas y químicas a pequeños productores. No olvidemos que son ellos quienes actualmente producen más del 80% de la comida para los mercados de sus regiones. Dadas las crecientes demandas de suministro de alimentos, el aumento de los casos de climas extremos y la escasez de tierras nuevas para la agricultura, es crucial que trabajemos por la resiliencia e independencia de pequeños productores. Al hacer esto, también estamos ayudando a enfrentar la pobreza rural y la injusticia social.

Entonces, ¿cuánto costaría?
En Sistema.bio, nuestros biodigestores de alta calidad y larga vida pueden ser fabricados, entregados, instalados y mantenidos por tan sólo $400 dólares (a gran escala).** Lo sabemos porque lo hemos hecho más de 12.000 veces desde 2010. Con 200 millones de granjas (menos del 1% de las cuales tienen biodigestores hoy en día), estamos hablando de $80,000 millones de dólares invertidos a lo largo de una década o más. ¿Es esto mucho? Bueno, depende. Consideren el hecho de que es más o menos la misma cantidad que la UE y los EE.UU. gastan anualmente en sus industrias de combustibles fósiles a través de exenciones fiscales y subsidios directos (55,000 millones de euros y 20,000 millones de dólares). El FMI estima que el efecto colectivo de todos los subsidios a los combustibles fósiles representa un 38% más de emisiones de carbono y un 85% más de muertes debido a la contaminación del aire. Entonces, el gasto ya se hace —sólo necesita reacomodarse.

Hay muchas razones por las cuales un gasto de $80,000 millones de dólares no debería asustarnos. Aquí hay tres de ellas:

  1. El alto retorno de inversión supone que las granjas pagarán una gran parte.
    En Sistema.bio, hacemos un análisis regular de la economía doméstica de nuestros clientes, la cual es una combinación entre el ahorro en energía y fertilizantes, y el incremento en el rendimiento de los cultivos. Para la mayoría de nuestros usuarios, esto equivale a un período de recuperación de la inversión de menos de 2 años. A los 5 años, pueden esperar un retorno financiero de casi 3 veces el precio que pagaron por el sistema. En otras palabras, la economía de nuestras unidades es lo suficientemente fuerte como para que gran parte del costo pueda ser cofinanciado por los productores. Así que, si bien el precio total es de $80,000 millones de dólares, hay muchas combinaciones de capital (como préstamos, subsidios, etc.) que pueden llevarnos a la meta.
  2. El alto valor social nos dice que esta debería ser una evidente meta de inversión pública.
    En las últimas décadas, los estados han construido infraestructura de manera constante —especialmente aquella relacionada con la energía. Durante las décadas de los sesenta y ochenta, diferentes empresas estatales construyeron capacidad de generación, transmisión y distribución para electrificar crecientes franjas de países a lo largo del Sur Global. No hay razón por la cual esto no pueda suceder de nuevo para energías renovables. A fin de cuentas, los beneficios sociales de cualquier inversión son extremadamente convincentes. Por ejemplo, Gold Standard estima que la reducción de una sola tonelada de CO2e a través de biogás genera $465 dólares en valor social. Al mitigar 1.300 millones de toneladas de carbono, esto equivale a un poco más de $600,000 millones de dólares anuales de beneficios socioeconómicos. En otras palabras, por cada dólar invertido se generan más de $7 dólares al año en salud, medios de vida y valor climático. Pocas tecnologías están a la par de este nivel de rendimiento.
  3. El presupuesto y los gastos ya están en marcha por parte de bancos de desarrollo y organismos de ayuda.
    Existen tres fuentes principales de financiamiento que podrían aprovecharse:

    1. Financiación del desarrollo. Los Bancos Multilaterales de Desarrollo financian proyectos energéticos por valor de miles de millones de dólares para apoyar infraestructura, asistencia técnica y elaboración de políticas. Según el Instituto de Recursos Mundiales, en 2016 el gasto aprobado por el Banco Mundial y el Banco Asiático del Desarrollo para infraestructura energética fue de $10,800 millones de dólares.
    2. Asistencia Internacional para el Desarrollo (ODA por sus siglas en inglés). En 2019, esta suma representó 153.000 millones de dólares de los países de la OCDE. Asignar parte de esos fondos a biodigestores aseguraría un despliegue constante en las regiones que más lo necesitan.
    3. Mercados de carbono. Los mercados revitalizados podrían, por sí mismos, proporcionar una importante financiación. Los biodigestores mitigarían alrededor de 6.400 millones de toneladas de CO2e en un período de 10 años, lo que representa $12 dólares por tonelada. Muchos compradores de carbono, especialmente los que tienen un impacto social tan amplio, están dispuestos a pagar esta cantidad. De esta manera, un capital significativo podría obtenerse de recursos públicos y privados a través de los mercados de carbono. Esto es especialmente cierto dado el bien reconocido uso de los biodigestores como herramienta contra el cambio climático (en Project Drawdown, entre otros).

¿Por qué ahora?
A la par de todo el dolor y la pérdida causados por el COVID-19, un movimiento reflexivo de “reconstruir mejor” está tomando fuerza. Éste combina la necesidad de proyectos “inmediatos” para crear puestos de trabajo de calidad, la necesidad de soluciones que aborden el cambio climático y el reconocimiento de que la crisis ha ampliado una brecha ya devastadoramente grande entre ricos y pobres.

En Sistema.bio creemos firmemente que hay pocas oportunidades de inversión que tengan este tipo de impacto en las vidas de las y los productores, en el medio ambiente, el suministro de alimentos y la salud de los suelos. Éstas pueden dirigirse a regiones o poblaciones específicas con cantidades modestas de financiación y asociaciones bien pensadas entre fabricantes de biodigestores, instaladores, asociaciones de productores y proveedores de capital. Combinados, estos esfuerzos se ampliarán hasta llegar a un despliegue monumental de infraestructura a lo largo del tiempo. Necesitamos adoptar colectivamente este objetivo final, incluso si las cifras son abrumadoras. A final de cuentas, ya no podemos darnos el lujo de pensar en pequeña escala.

Sistema.bio es la empresa de biogás más experimentada del mundo, y ha sido reconocida por importantes instituciones como el Foro Económico Mundial, el Banco Mundial y el Ashden Clean Cooking Award.

Referencias:
* Cálculos de Sistema.bio basados en la estructura creada por la UNFCCC. Incluye la mitigación de GEI por i)desechos animales no procesados, ii)energía previamente consumida por gas LP, leña o carbón; y iii)energía previamente consumida por la producción y cadena de suministro de fertilizante químico.
** Otras tecnologías pueden ser un poco más baratas o más caras de acuerdo con el modelo, los materiales y la calidad.
***Para conocer más sobre las fuentes y referencias, visita la versión original de este artículo aquí.

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